Las regresiones no sólo sirven para superar traumas, sino para poder crecer evolutivamente también.
Existen dos tipos principales de regresiones: las orientales y las occidentales.
Las occidentales son una especie de hacer recordar una y otra vez los hechos mas significativos del pasado de la vida de una persona que pueden llevarla a traumas, enfermedades, datos perdidos u otras circunstancias. Se hacen muchas terapias y a fuerza de recordar o sufrir nuevamente las ocurrencias, el paciente siente un alivio o no de sus dolencias o carencias. Diez o veinte sesiones es lo normal, pero generalmente son diez o veinte sufrimientos.
Existen experiencias positivas de problemas en la niñez que repercuten en la adultez. Si se hace una regresión de cuando no se poseía la madurez necesaria, ahora que ya se tiene la madurez y la fortaleza al repetirse el antiguo hecho, es probable que tenga un efecto terapéutico positivo. Sin embargo, no todos maduran adecuadamente. El efecto terapéutico puede ser contrario.
Las de tipo oriental son diferentes, ya que el terapeuta interviene para extraer el daño que hubo en el pasado, en el mismo momento que ocurrió el hecho emulado por la regresión. El terapeuta se encuentra capacitado para disolver la tristeza, dolor, trauma, fobia, en el instante en que el paciente adquirió el problema, como si ambos estuviesen juntos en el pasado. Es decir el tratamiento se hace en el pasado, no como un simple escuchar al lado del paciente. Se hace dos o tres sesiones, totalmente fortalecedoras, las que a menudo son escasas de mayores traumas o sufrimientos.
Durante la regresión, el terapeuta PME, cuando el paciente está en el mismo momento del pasado en que ocurrió el trauma, debe "trasladarse" a ese pasado y acompañar al paciente. Por lo tanto ambos deben estar viviendo la misma situación como si hubiesen estado juntos en el mismo momento del hecho. Esto hace como que el niño haya estado acompañado en el pasado, con el terapeuta al lado, impidiendo que todo trauma se siga alojando extrayéndolo de raíz.
Inclusive, se han tenido múltiples casos que no se trata de hechos de la niñez, sino de vivencias o experiencias ingratas cuando el paciente se encontraba en el vientre materno, algunos otros en el mismo momento del parto o en las primeras semanas o meses de nacido.
Se logra estando en el nivel de meditación que debe tener el terapeuta. Al estar ambos en el mismo nivel, el terapeuta aplica energía en la zona en donde el paciente esté sintiendo el problema, que se manifiesta con dolor, opresión, temor, pena u otras sensaciones.
En algunos casos se aplica acupuntura, imposición de manos, manipulaciones osteopáticas o masajes mientras el paciente está en estado hipnótico.
El terapeuta hace igualmente una sesión de meditación especial para el paciente.
De acuerdo con las regresiones occidentales, cuando mas se necesita al terapeuta, está simplemente escuchando como cuando le cuentan una historia o está en el parque conversando.
El terapeuta debe tener participación activa, importante y trascendental en las regresiones, es un actor más, no un espectador en esta regresión o vida pasada que sigue latente, ya que los problemas no se han trascendido o eliminado, han quedado como un trauma que impide mejorar la calidad de vida. Este trauma es energía acumulada en alguna zona del cuerpo, que se puede extraer con el método respectivo.
Las regresiones forman parte de la formación en PME, tienen singular importancia para todos los casos, ya sean negativos o de éxito, ya que muchas personas a pesar de los éxitos o logros, no logran encontrarse a si mismo, no pueden encontrar la felicidad. No pueden fluir con el universo, teniendo muchas trabas y conflictos internos.
Las regresiones no sólo sirven para superar traumas, sino para poder crecer evolutivamente también. Muchas veces se comprende mejor la vida actual partiendo de otras anteriores. Es importante poder fluir hacia antiguas sensaciones para conocer nuestra verdadera identidad. Esto también es parte del PME.